CARACAS.- Aún no está claro si el proyecto político sobrevivirá y de qué manera, pero de algo no hay duda: el fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez, el "Cristo de los pobres", será sacralizado y elevado hasta convertirse en leyenda. "Para mí Chávez es papá Dios", le dijo Rafael Malpica, un empleado público de 48 años que pasó más de seis horas bajo el sol para venerar los restos del líder de la Revolución Bolivariana, que será embalsamado y expuesto "eternamente", según anunció el vicepresidente, Nicolás Maduro.
Lo mismo sucedió con líderes históricos como Mao Tse Tung, de China, y Vladimir Lenin, de la extinta Unión Soviética. También con Evita, la esposa del presidente Juan Domingo Perón. La primera dama (1946-1952) se convirtió en la abanderada de los pobres y falleció a los 33 años por un cáncer.
Hay diferencias entre Chávez y Evita, pero hoy se pone la lupa en un enunciado similar: la preocupación por los pobres. Chávez, dueño de un carisma incalculable, puso en el centro a los venezolanos olvidados por gobiernos anteriores. Cuando asumió, en 1999, había un 49,3 % de pobreza, indicador que en 2010 había bajado a un 27,8 %, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Sus programas de educación, vivienda, salud y alimentación son los principales logros que destacaron los chavistas, quienes en los últimos días inundaron las calles de Caracas para homenajear al mandatario que permanece omnipresente.
Al llegar al Aeropuerto Internacional de Maiquetia, la gente es recibida por una imagen descomunal. "Chávez quedará como una figura carismática, inclusive metafísica. Inclusive en vida, en el imaginario venezolano, ya estaba junto a lo venerable", sugirió el analista político y psiquiatra Roberto de Vries, que describió al fallecido presidente como "un líder muy emocional".
Los seguidores se resisten a aceptar que está muerto: dicen que está "de vacaciones", "durmiendo una siesta" o "descansando". "Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos", ha gritado un vendedor de afiches, acompañado por una leyenda: "¡Chávez vive! La lucha sigue". Se venden como pan caliente. "Es un segundo Simón Bolívar que luchó por nosotros", arengó el vendedor, aludiendo al héroe de la independencia latinoamericana.
Una mujer de unos 50 años se acercó a ver las imágenes y gritó: "¡Chávez no está muerto, llegó para quedarse!". En su pecho lleva colgando un cartel: "Chávez te amo". "Chávez, corazón del pueblo", se escuchó en los alrededores de la Academia Militar al que, según el gobierno, más de 2 millones de personas se acercaron en estos días para saludar el cadáver. La canción fue ensordecedora y se repitió todo el día en varios automóviles que deambulan por la zona.
La gente no dejó pasar la oportunidad de expresarse espontáneamente ante una cámara de televisión o un micrófono: hablaron de Chávez como una persona "de gran corazón". "Dios te bendiga, comandante Chávez". "Lo que valen son ideas, no rostros sin pensamiento".
La sociedad quedó polarizada y el mito quedó instalado. Embalsamado, el cuerpo de Chávez podrá ser contemplado, santificado y honrado. "Vine a acompañar a mi presidente. He tenido mis pro y mis contras, pero él nos ayudó a pensar en grande", dice Nelly López, una licenciada en Gestión Social.
"Me inquieta el futuro del país, de Sudamérica y del mundo. Hay que estudiar más porque nos vencerán más por la ignorancia que por las armas".
En la radio y la televisión, en la calle y en restaurantes, se sigue hablando de "el presidente". Los chavistas se resisten a aceptar que está muerto: dicen que está "de vacaciones", "durmiendo una siesta" o "descansando". (DPA)